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Crónica Hellfest (Parte 2)

Día 3. Sábado 21 de Junio

Recuperados del primer día de festival y contentos tras los conciertos del viernes, encaramos la segunda jornada ilusionados con poder ver de nuevo a uno de los grandes por excelencia, Aerosmith. Antes tuvimos un largo día con buenos conciertos, decepciones y también con una polvareda que por momentos hacía insufrible la estancia en el recinto. Este año la lluvia nos repetaba pero había que pagar el peaje de la incomodidad recibiendo una importante solanera y sintiendo que la nariz llegaba a su punto de saturación con el polvo levantado por miles de personas saltando al mismo tiempo.

Comenzamos nuestros conciertos con Skid Row que ofrecieron un show con momentos intermitentes de buena realización, por la calidad de los clásicos interpretados, mezclados con una floja interpretación de las canciones por Johnny Solinger, realmente limitado en los tonos más agudos. Actuación mediocre que, sin embargo contrastó con el inmenso concierto que ofrecieron a continuación Buckcherry: macarras, perfectamente plantados sobre las tablas, comiéndose literalmente el calor de miles de personas entregadas, lo suyo fue un llegar y triunfar. Incluso este que escribe, poco amante de este grupo, quedó totalmente encantado con ellos. Una gran sorpresa en el sleazzy y el hard rock angelino que recoge perfectamente las raíces más clásicas del estilo.

Tras un rato de paseo por las carpas y de ver parte del concierto de Skyclad, con lleno hasta la bandera en el escenario “Temple”, llegó el turno de ver a Extreme. Llevaba muchos años sin tener la posibilidad de ver a Nuno Bettencourt, Gary Cherone y demás compinches y la sorpresa fue enorme. En perfecta forma, manteniéndose como la gran banda que fueron a mediados de los noventa. Mucha cancha a “Pornograffitti” y otra de las grandes actuaciones, no ya del día, sino de todo el festival.

Tras ellos, aunque obsservándolo a distancia prudencial, asistimos al impresionante concierto de Dagoba. Inmensamente populares en Francia marcaron uno de los momentos del festival con un inmenso “Wall of Death” absolutamente brutal. Música extrema perfectamente acogida en un Hellfest que no olvida sus raíces.

En esa mezcla entre estilos, los siguientes con los que disfrutamos de lo lindo fueron Status Quo, toda una lección de clase y buen rollo sobre el escenario. Llevan 40 años haciendo lo mismo y ojalá fueran otros 40 más. Rock and Roll sin contemplaciones, música para jóvenes y adultos, fiesta en grado sumo. Una hora bailando clásicos y sudando la gota gorda para volver a repetir el viejo axioma del “los grandes lo son por algo”.

Hatebreed y Soulfly iban a ser dos bandas que veríamos desde la distancia, nuevamente alejados de los enormes pogos y circle pit que se organizan en este festival, y que nos acompañarían hasta la que fue, para mi, la gran decepción: Deep Purple. Inmensos músicos, banda de antología, con canciones excelentes, pero sin vocalista. Ya no se puede decir que Ian Gillan cante mal. Simplemente no canta. La voz que marcó a una generación se ha apagado definitivamente y por mantener juntos el mito Deep Purple avanza desde la clase a la mediocridad. En estos momentos es más una banda de blues que un grupo de rock. Los temas tocados insufriblemente lentos, con eternas partes instrumentales, alargadas hasta el infinito para intentar que Gillan se recupere de esfuerzos que cada vez son menores. Y la recuperación ya no llega. Ya no llegará. Una lástima, puesto que Deep Purple, su leyenda y los músicos que la forman deberían tener otro final pero esta ha sido su decisión y les convierte cada día más en un grupo sin ningún interés.

Todo lo contrario iba a suceder con los grandes esperados de la noche. Aerosmith se convirtieron en los grandes triunfadores, posiblemente, de todo el festival. Es cierto que llevar mucho tiempo sin verles ayudó, pero es que estar frente a Steven Tyler y a Joe Perry no deja a nadie impasible. Aprovechando una enorme plataforma para estar mucho más cerca de los fans, lanzando hit tras hit, llegando a todas las notas, con Tyler en estado de gracia. Concierto que según avanzaba generaba una mayor comunión entre la banda y los fans. Rock de altos kilates en estado supremo. Sin duda la satisfacción fue generalizada y muy difícil lo tuvieron posteriormente Avenged Sevenfold, encargados de cerrar el sábado. A pesar de ello, A7X hicieron un concierto bastante digno y, eso si, con un volumen atronador. Pero mientras íbamos camino de Nantes no podíamos dejar de mantener en nuestras retinas la visión de los viejos “gemelos tóxicos” contoneándose en el escenario y tararear el viejo estribillo “Dream on”.

Día 4. Domingo 22 de Junio

Último día del festival y con el lógico cansancio acumulado era, también, el más tranquilo por el número de bandas que estábamos interesados en ver. Comenzamos con Angra, rejuvenecidos tras la entrada en la formación de Fabio Lione como cantante, aunque tras un rato de actuación quedó muy claro que Fabio no es ni Edu Falaschi ni André Matos. Se echó de menos a los dos clásicos cantantes de la banda y al final cuajaron un concierto sencillo, plagado de temas agradables pero a los que acabó faltándoles “punch”.

Algo más entonados estuvieron Alter Bridge que, si ser una banda especialmente corsaria, nos sorprendieron en directo. La banda de Myles Kennedy arrastra una importante legión de seguidores y en directo resulta bastante atractiva. No obstante, más nos interesaba ver a Annihilator, grupo que no suele fallar en directo y que, salvo problemas de sonido, extraños puesto que fueron de los pocos grupos que sonaron mal en el escenario 1, dieron un gran concierto. Jeff Waters no es de este mundo, eso parece ser una realidad cada vez que uno se enfrenta con él y su capacidad de atronar al mismo tiempo que generar fraseos de guitarra increíbles. Gran concierto, lastrado, eso si, por un sonido que pudo ser mucho mejor.

Durante las siguientes horas estuvimos viendo diferentes fragmentos de conciertos, puesto que el cansancio ya nos atenazaba. Así recuperamos la leyenda con Dark Angel que, personalmente, me dejaron bastante frío. Asistimos al espectáculo de Behemoth, los cuales pese a poder practicar un metal difícil de entender ofrecen una propuesta escénica que merece ser observada. Nos aburrimos soberanamente con Soundgarden, empeñados en demostrar lo que nadie entiende, que sigan estando situados tan altos en los carteles festivaleros. Y disfrutamos de un concierto muy interesante de Emperor, más en lo musical que en lo escénico, puesto que la extrema pasividad de Ihsahn no hace que la banda sea especialmente divertida. Eso sí, hay que reconocer que decenas de miles de fans enloquecieron con ellos.

Obviamente la gran apuesta del día eran Black Sabbath y, como siempre que Ozzy está por medio, la preocupación de lo que nos íbamos a encontrar flotaba en el ambiente. Pero al final sería una grata sorpresa. Fieles a las actuaciones que están haciendo en todos los festivales europeos, ofrecieron un concierto muy sobrio, sin ninguna locura a cargo de Ozzy. Nada de cubos de agua o de pistolitas de espuma. Tan solo cantar, como él siempre lo ha hecho. Ahí no hay misterios. Pero en un tono mucho más que correcto. Si a eso le unimos una banda inconmensurable, con Iomi grandioso y Batler atronando con su bajo como poca gente puede hacerlo el resultado fue simplemente excelente. Setlist de clásicos, sin olvidar un par de temas de su último disco, excelente sonido y colofón perfecto para un festival que nuevamente dejó el listón muy alto.

Era momento de volver a casa. Momento de recordar tantos instantes y tantos grupos vistos en tres días. Y momento de pensar que Hellfest, lo que comenzó siendo tan solo el sueño de un puñado de amigos a los que les gustaba la música extrema, se ha convertido por derecho en uno de los grandes. Si no en el más grande…

Texto: Fernando Checa