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Concierto. Great White. 6 de febrero de 2008

Great White. Sala Heineken. 6 de febrero

Poder ver a grupos legendarios de la historia del rock es algo que en los últimos meses se está haciendo realidad. Afortunadamente los promotores arriesgan por nombres “diferentes” y grupos que no han tenido demasiada tirada en nuestro país, nos visitan para goce de viejos y, por qué no, de nuevos fans. Es lo que ocurría con Great White la pasada semana. Olvidados ya su último concierto en Madrid, del cual salieron escaldados al descubrirse un playback clamoroso, y el dramatismo de su accidente causado por la pirotecnia, de 2003, Great White están de nuevo en ruta para ofrecer su espectáculo de rock and roll, Zeppeliano y con raíces bluesísticas.

No cabe duda que existía algo de morbo por ver el concierto, aunque también muchas ganas de disfrutar las evoluciones de la banda liderada por Jack Russell y Mark Kendall. Viejos rockeros irredentos que nos iban a regalar con un concierto algo extraño en su comienzo, pero que definitivamente, y usando terminología deportiva, iría de menos a más. Y es que lo que parecía que iba a ser una entrada muy floja al final acabó convirtiéndose en algo más de media entrada, que para un grupo que en España no ha sido muy conocido, podía ser aceptable.

Desde los primeros compases de “Dessert Moon” se veía que los asistentes estaban allí para disfrutar con temas míticos. Lástima que hubiera algunos problemas de sonido con ese temazo, pero con “Old rose motel” iba a quedar claro que los toques de sentimiento y blues serían una constante. Incluso tal vez demasiado, ya que durante todo el set list se alternarían temas más eléctricos con otros demasiado suaves, que paraban demasiado el ritmo de la actuación.


El combo Rusell/Kendall funcionó a la perfección. Jack tiene una voz fantástica que no ha perdido con el paso de los años y su presencia en el escenario, permanentemente bailando y animando a la audiencia hace que no decaiga el interés, ni en los temas más suaves. Y qué decir de Mark, tremendo guitarrista, preciso en sus solos y atrayendo también buena parte de la atención.

“Face the day” o “Back to the rhythm” se mezclaron con temas más suaves, como “Save your love” bellísima balada. Y a partir de ahí, también se incluyeron en el set list temas de las carreras en solitario de los miembros de la banda: “Paradise” de Rusell, “Kill that red rooster” de Kendall y una versión de “Day of the Eagle” de Robin Trower cantada por un inmenso, durante toda su actuación, Sean McNabb.


Sonarían temas míticos en la segunda parte del concierto. “Rolling stoned”, “Calling rock and roll” y la grandiosa “Rock me” servirían para hacer que finalmente el public quedase entregado con los de Los Angeles, que no escondieron su sorpresa ante la actitud de la sala. Regalarían una versión del tema de Led Zeppelin “No quarter”, tal vez demasiado sinfónica para el momento que se vivía en el concierto, y “Can´t shake it”, rockera y vacilona.

Aún habría tiempo para hacer un guiño al country con “Wasted rock ranger” y sobre todo para cerrar con “Once bitten twice shy” en plena fiesta rockera. Buena banda, buenos temas y buen rock and roll. Posiblemente hubiéramos deseado menos parones de ritmo, e incluso más compromiso por parte de Michael Leary, algo evadido durante todo el concierto, pero salvo eso, pudimos disfrutar, y sobre todo observar que Great White siguen en plena forma, lo cual es una buenísima noticia. (Texto y Fotos: Fernando Checa)