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Crítica. METAL CHURCH. This present Wasteland

METAL CHURCH: “This present Wasteland” (SPV) 
Tras un excelente “A light in the dark”, que me encantó el año pasado, aquí tenemos el nuevo trabajo de los liderados desde siempre por el guitarrista Kurdt Vanderhoof. Fueron una de las bandas estandartes del speed/power metal norteamericano y, lo creáis o no, de las que más rivalizaron con los propios METALLICA en los primeros tiempos de la mano de verdaderos clásicos del estilo como su primer disco homónimo o su joya “The dark” del 86. Tras su particular “travesía en el desierto” en los 90, e incluso tras reunirse con su cantante original, el malogrado David Wayne, a finales de la década (aunque no funcionó demasiado bien, las cosas como son), más de 20 años después siguen en buena forma y ofreciendo excelentes trabajos de heavy metal cuanto menos a la altura del nombre que defienden, con un Ronny Munroe (ex ROTTWEILLER) a las voces desde hace casi 5 años que les ha revitalizado, ¡y de qué manera!. 
En este caso el disco no es tan rápido y rotundo como su predecesor y requiere de más escuchas para saborearlo, pues quizás aparte de cañonazos como “Meet your maker” o “Mass histeria” no entra tan rápido y directo. Aún así, siguen fieles a ellos mismos y en temas algo más elaborados como la fantástica “Deeds of a dead soul” (más relajada y con deje a los discos de Dickinson en solitario), el deje a lo METALLICA de “In company of sorrow”, el ataque casi thrash de “Monster” o la más “melódica” “Breath again” demuestran de nuevo que están en una forma excelente. De todos modos, mi favorito es “War never won”, que comienza a medio tiempo, en esa onda de su celebérrimo “Watch the children pray” y va subiendo en intensidad para acabar sublime y con unas guitarras melódicas pero duras de quitarse el sombrero. Desde la portada, 100% imaginería METAL CHURCH, el sonido (clásico y actual a un tiempo, pero sin perder prestancia y personalidad), y los propios temas del trabajo, puro y duro speed metal a la vieja usanza, ofreciendo un trabajo sin fisuras, con muchos matices sónicos y con la única pega de un sonido de batería que no me termina de convencer (un punto extra de fuerza hubiera rematado de lujo la unidad sónica excelente del disco). Como digo, quizás no tan directo y avasallador como el anterior, pero de nuevo a la altura de sus mejores discos y viviendo una excelente segunda juventud metálica. Muy bien por ellos y lástima que una lesión de espalda de su líder les haya hecho caerse de la gira europea con OVERKILL que prometía ser apoteósica. (David Esquitino)