El cielo puede esperar, pero ellos no. Unidos desde siempre y eternamente por una llama imaginaria, fiel a su magia, a su ritual guerrero,  rebelde donde la vida se consume alrededor  del sudor del cuero negro del rock. Viejo, sucio, transparente, limpio como el manantial de las estrellas donde el heavy rock suena de manera diferente. Suena a su manera, a vicio, a improvisación a actitud a blues a heavy rock; suena a amistad, a rebeldía, a soledad… ¡Soledad¡ !solos¡… Ellos aquí abajo y otros en la eternidad, tan lejos, a un paso pero siempre tan lejos que los recuerdos mojados por el riff de una guitarra se adornan por la magia de un bajo y batería rimbombante y todos ellos juntos por un grito en el silencio que queda en olvido. 

 

… El cielo puede esperar,  pero Dio no quiere, Gary Moore no quiere, Rober no quiere. Allí en las estrellas sus amigo les esperan, vuelven a cruzarse sus vidas, vuelven a jugar a ser rebeldes, vuelven a soñar que la vida es rock, vuelven a beberse hasta el ultimo trago, vuelven a ser enemigos, vuelven a abrazarse… ¡vuelven! …El cielo puede esperar y nosotros desde aquí damos la espaldad al destino, seguimos soñando que el rock es eterno y guardamos en nuestro viejo bolsillo la última entrada para el último concierto, para el último grito, para el último baile, para ese el último suspiro.

… El cielo puede esperar, pero ellos no han querido. 

                                                                                                            Vicen “The Rocker”