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Crítica. Lizzy Borden. Appointment with death

LIZZY BORDEN: “Appointment with death” (Metal Blade):

Siete años después de hacer un pacto con el diablo en “Deal with devil”, vuelve el gran asesino del hacha y la voz cortante y desgarrada como una cuchilla para ofrecernos una nueva obra conceptual, oscura y fascinante sobre la propia Muerte (personaje representado por el propio Lizzy, como era de esperar). Como en todo trabajo de Lizzy Borden, todos los detalles están cuidados al máximo (por supuesto al igual que la portada y el arte gráfico, libreto… del CD) y, para dar credibilidad y coherencia a la historia, todo se envuelve de un aura muy teatral, tenebrosa, oscura y romántica que hacen de “Appointment of death” un atractivo y apasionante caramelo negro pero con amargo sabor a heavy metal clásico y de corte ochentero como siempre ha hecho, fuera de modas y momentos, LIZZY BORDEN. Pese a ciertas actualizaciones en el sonido y algún detalle más oscuro y de regusto casi gótico, el nuevo álbum es 100% LIZZY BORDEN, en esa onda más “pausada” y teatral de “Master of disguise” pero ofreciendo todos los elementos que han hecho de Lizzy una de las bandas más grandes dentro del underground y power americano de finales de los 80. Comparte con otros de los maestros del “terror teatral/musical” como pueden ser ALICE COOPER y KING DIAMOND esa capacidad suprema de recrear ambientes y atmósferas con cada canción, sin exponer sonidos a la simple relatividad, y dejando que la cabeza vaya viajando poco a poco al mundo que se va exponiendo en cada canción en un misterioso viaje cuyo final solo puede ser la propia Muerte. Por supuesto que la voz de Lizzy ya no es la implacable hoja de hacha que nos cortaba con agudos imposibles hace 20 años, pero mantiene ese toque pasional y totalmente personal y teatral (además de un fantástico nivel, no confundamos) que hace convertir tus sueños en pesadillas desde la base de heavy metal clásico que tan pocos cantantes clásicos han conseguido mantener con los años, y sigue tan poderosa, dominante y protagonista como siempre lo fue en la banda. A su lado, buenos músicos entre los que destaca el guitarrista Ira Black (ex VICIOUS RUMORS o HEATHEN entre otros), haciendo perfectamente las labores del fallecido Alex Nelson, y por supuesto la mano derecha en la banda desde el comienzo, el batería Joey Scott, que además comparte con Lizzy las labores de producción, junto a colaboraciones de lujo de gente como George Lynch o Dave Menikketti. Desde los temas más movidos y poderosos como “Abnormal”, “Bloody tears” o “We are the only ones” (de las más ochenteras), al punto más melódico y 100% LIZZY en los primeros años de “Live forever”, la pegadiza “Tomorrow never comes” o el medio tiempo “Under my skin”, además de la balada que cierra el disco a modo de epílogo, un disco supremo que está sin duda a la altura de sus mayores éxitos anteriores. Y es que es preferible esperar siete años para sacar joyas que editar medianías cada dos años… qué pena que nos vayamos a enterar cuatro. (David Esquitino)

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